lunes, 3 de junio de 2013

2 DE JUNIO: EN JABARES CON LOS NIÑOS

Este domingo hizo un día estupendo para bajar al río, y seguro que lo hubiese pasado como un indio apache.  Temperatura ideal, poco viento, caudales más o menos buenos... Pero preferí coger a los pequeños y llevarlos al reservorio de Jabares de los Oteros. Mi hijo mayor ya ha pescado en más ocasiones, pero la pequeña no había ido nunca de pesca, de modo que la ocasión la pintaban calva.
 
Sobre las 10:30h nos presentamos en el lago, con una espléndida y soleada mañana. No son las mejores condiciones para pescar en este tipo de escenarios. Mejor algo nublado y con una ligera brisa, pero bueno, tampoco nos vamos a poner exigentes. Se trataba de pasar el día al aire libre, de desconectar a los niños de otro tipo de entretenimientos, esos que hay que andar restringiéndoles para que no se vicien.
 
Metidos en harina, les monté una caña de lance con unas ahogadas y un quironómido de rastro. Alvaro, mi hijo mayor, le explicaba a su hermana cómo debía hacer los lances y cómo tenía que ir recogiendo la línea. Paula, que es espabilada hasta límites insospechados, se manejaba con una soltura importante (ya os podéis imaginar el tamaño del charco de babas que tengo ahora mismo debajo de la silla) Como buenos hermanos, y dado que solo les monté una caña, iban turnándose en los lances.
Aún no había terminado de montar mi caña cuando "¡Papi, papi, me parece que me ha picado una!" Y vaya que si le había picado. Me acerqué hasta mi hija y le animé a que fuera trabajando la trucha "levanta un poco la caña, dale más hilo, recoge ahora un poco más..." Mi única ayuda consistió en ensalabrar la pieza. Buen estreno.

Luego fuimos pasando la mañana entre lances y algunas truchas más. Paula aún trabó una segunda trucha.
Como dije al principio, no era el mejor día para que las capturas se prodigaran, pero aún así lo pasamos francamente bien. El único pero: Alvaro no sacó ninguna trucha y se desanimó durante un rato. Luego recordó que en esto de la pesca, el resultado no es siempre el que queremos.

Desde aquí, aprovecho para dar la gracias a Miguel, de Marsó, que siempre anda presto y dispuesto a ayudarte, a darte algún consejo útil o, simplemente, a charlar contigo unos minutos.
 
Miguel, un tío encantador
 

4 comentarios:

  1. Buena entrada si señor, no solo del río viven los pescadores, sino también de experiencias como estas.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Víctor. La verdad es que resulta divertido ver a los peques afanándose por sacar sus truchillas. Lo que pasa es que tienen poco entrenada la resistencia a la frustración. Lo niños de hoy día tienen la inmediatez por bandera. De modo que la pesca es un buen ejercicio para entrenar la paciencia y los pequeños fracasos.

    ResponderEliminar
  3. Así se forjan los compeones...a fuego lento.
    Buena jornada familiar compañero.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  4. Gracias, Rodri. Ahí les tengo, aleccionándolos en el maravilloso mundo de la pesca. Igual dentro de 4 o 5 años me dicen que me vaya yo solo a pescar, pero por mí no va a quedar.
    Saludos!

    ResponderEliminar