Realmente, la apertura la hice la semana anterior, pero no se puede considerar una jornada de pesca, ya que salí 2 horas escasas, más a estirar la musculatura que a pescar.
En cambio, ayer si que hice una jornada al uso. Me desplacé hasta el río Duerna, animado por el clima benigno que había hecho acto de presencia durante el fin de semana. Buena temperatura, escaso viento, caudal bueno... todos los ingredientes necesarios para pasar una jornada entretenida.
Coincidí con mi amigo Jorge, que llevaba en el río desde las 7:30h (es un tipo madrugador) y pescamos juntos un par de horas, más o menos.
El agua bajaba de deshielo, y helada no; lo siguiente. Aún así, como corresponde a este precioso río, su claridad era insultante, de modo que para pescar aquí hay que hilar muy fino. Justo lo que me falta en las primeras jornadas de la temporada. Anda uno todavía con la caraja del invierno, torpón, bajo de forma física y pensando si es cierto que ya ha empezado la ansiada nueva temporada.
No se apreciaba movimiento alguno pero como se suele decir, "haberlas haylas".
Cuando ya me encontraba solo, logré engañar a la única trucha que llevé a la mano en esta jornada en una pequeña poza, a la salida de un remolino provocado por un tronco sumergido, lugar querencioso donde los haya. Una pequeña pintona, típica del Duerna a la que noté con poca fuerza para lo que es habitual en estas aguas. Una foto rápida y al líquido elemento de nuevo.
Tras un buen rato sin mover alguna trucha, llegué a un pequeño tramo con el agua un poco rizada y con todas las papeletas para albergar unas cuantas pintonas. Dicho y hecho, la siguiente media hora fue una sucesión de truchas revolcadas, que no pescadas. Esto me producía alegría y cabreo a la vez. Bueno, más de lo primero que de lo segundo. La verdad es que pasé un rato entretenido.
Ya sobre las 13:30h, y un poco cansado -la baja forma física- di por concluida esta primera jornada en condiciones, que como piedra de toque de esta nueva temporada, no estuvo mal a pesar de contabilizar una sola captura.
Aún así, una vez más quedé prendado con el exuberante paisaje que nos regalan las tierras del Duerna.